jueves, 5 de abril de 2007

Cosas que hacer en jueves Santo... cuando estás aburrido

Llegar al trabajo en jueves Santo y aburrirse es todo uno. Pero, como siempre, currar en festivo tiene sus inconvenientes y sus ventajas. Éstas, siempre me han gustado mucho más.

A los que mantenemos abierto Madrid cuando nuestros conciudadanos se dedican a chapotear en las playas de Valencia o Málaga se nos abre todo un mundo que, normalmente, no se puede disfrutar. Sacar el coche y aparcar donde te apetezca, ya estés en Tribunal, Lavapiés o Sol, sin tener que pagar párking ni pegarte con otros 323 conductores es todo un lujo. Montar en el metro, sentarte, no tener que soportar según qué olores,... No tiene precio. Ir al cine cinco minutos antes de que empiece la película sin que te toquen asientos insufribles, cenar en el restaurante que te apetezca, tomarte ese mojito en ese bar que siempre está lleno, ...

Pero, ¿qué hacer durante las horas de trabajo, delante del ordenador? Internet se ha convertido en una herramienta utilísima para el empleado ocioso. Veamos unos ejemplos:

- Dos nutrias han revolucionado YouTube. Ni el último vídeo de Shakira moviendo el culo, ni el accidentado final de una persecución al más puro estilo Hollywood en el tunel de O'Donell, en Madrid. El vídeo de dos nutrias, nadando tranquilamente al sol, cogidas de las manos (¿las pezuñas?), lleva más de 2 millones de visitas desde el pasado 19 de marzo. El punto álgido de la 'trama', hacia el 1' 20''. Todavía hay gente que cree en el amor.
- ¿Cómo sería la Tierra si sólo la habitaran 100 personas?
- ¡Haga su propio cómic!

lunes, 2 de abril de 2007

Los lunes a la sombra

Enric González es un rara avis dentro del periodismo español. Como todo corresponsal, sus artículos no se ciñen a una materia específica, sino que debe ser capaz de escribir de cualquier tema sucedido en el país en el que está destinado: cultura, política, sociedad, deporte... Las crónicas de Enric para El País tienen la facultad de enganchar, de competir con el café y el donut del desayuno, como nos pedían en la Facultad. Da igual de lo que escriba: es difícil no leérselas de principio a fin.

Cada lunes, Enric González nos regala sus 'Historias del Calcio'. Llegar al trabajo, abrir el periódico y dedicarle cinco minutos hacen que el peor día de la semana sea menos chungo. Lo mejor, una muestra.

La eternidad inmutable
Los antiguos egipcios distinguían dos tipos de tiempo infinito. Uno era el neheh, en el que los ciclos característicos del tiempo (días, mareas, equinoccios) se sucedían indefinidamente. Otro era el djet, un concepto paradójico porque definía el tiempo por su ausencia: el djet era la eternidad inmutable, sin ciclos, sin envejecimiento, sin regeneración. En el djet no era posible ningún cambio. Neheh y djet eran obviamente incompatibles. El faraón podía irse al djet una vez muerto en el neheh, pero no saltaba de uno a otro.
En Italia, la incompatibilidad entre neheh y djet no resulta tan clara. Funcionan los relojes, pasan los días y la gente envejece, por supuesto. El senador vitalicio Giulio Andreotti, conocido en el Parlamento como Belcebú, puede ser, como sospechan algunos, inmortal; ello no le impide envejecer y experimentar cambios. Existe constancia, por ejemplo, de que a mediados de los 80 Andreotti se hizo unas gafas nuevas, con la montura más fina. Los ciclos italianos del neheh parecen, sin embargo, impregnados del espíritu de inmutabilidad proprio del djet.
No hablamos de política, aunque la política forme parte del misterio. Ahora mismo, la ciudadanía del Bel paese se enfrenta a una perspectiva peculiar: si en un plazo más o menos breve hubiera que celebrar elecciones anticipadas, cosa posible, podrían verse obligados a elegir entre Romano Prodi y Silvio Berlusconi. Como siempre. Y a esperar un nuevo programa de Adriano Celentano. Como siempre.
Hablamos de fútbol. Quizá el lector recuerde que en el estadio de Catania un policía fue asesinado en una noche de terribles disturbios (2 de febrero de 2007) y que las autoridades prometieron un cambio drástico. Se acabaron las contemplaciones, dijeron. Basta tolerancia. Todo iba a ser distinto y nuevo. El Gobierno aprobó un paquete de medidas para salvar el calcio de una violencia autodestructiva y lo envió al Parlamento. El paquete de medidas está ahora en la Cámara de Diputados, un espacio sospechoso de contener djet. Y las nuevas normas durísimas, reblandecidas en adobo de enmienda garantista, se parecen cada vez más a las viejas normas complacientes. Volverán los contratos entre clubes y peñas de ultras, volverán los trenes del salvajismo y, poco a poco, volverá todo lo demás. ¿Que no? La Liga de Fútbol ha caído en manos de Antonio Matarrese, un antiguo diputado democristiano que dirigió la Liga entre 1982 y 1987 y la Federación entre 1987 y 1996. Todo un clásico. Un tipo con experiencia suficiente como para afirmar que las matanzas en los estadios forman parte del sistema y no hay que hacer tantos aspavientos. La Federación, que tras el escándalo de la manipulación de resultados (hace una eternidad: ocurrió en 2006) fue confiada a un eminente jurista, Guido Rossi, y luego a un renovador como Luca Pancalli, celebrará elecciones el mes que viene. El candidato con más posibilidades se llama Giancarlo Abete y era vicepresidente de la Federación allá por 2006, cuando se coció el escándalo.
Esta semana se ha publicado un dato curioso: los italianos van más al teatro que al estadio. Los tifosi constituyen la gran mayoría del país, y quien más, quien menos, tiene el corazón entregado a unos colores balompédicos. Pero la gente no es tonta. En 2006, los teatros acogieron 13,5 millones de espectadores de pago. Los estadios, 12,7 millones. Influye la violencia en las gradas, sin duda. Lo esencial, sin embargo, debe ser la variedad: los teatros cambian de función de vez en cuando.

Los lunes, a la sombra en una oficina, también pueden valer la pena...