sábado, 5 de enero de 2008

Marbú dorada

Dijo alguien una vez que los programas de televisión son esas molestas interrupciones que hay entre anuncio y anuncio. La verdad, tal y como está el panorama televisivo patrio (salvo honrosas excepciones) es mucho más fácil divertirse, emocionarse y disfrutar con un comercial que con, pongamos, el último pestiño de la inefable y chabacana Aída o los lamentables y vergonzosos Hombres de Paco.

Esto es así desde hace muchos años. Un servidor siempre ha tenido a gala ver poca televisión pero no por pedantería o falsa pose moderna, sino por mero instinto de supervivencia. En realidad, yo sería mucho más feliz si me gustara Salsa Rosa (o el programa que lo sustituya ahora), Los Serrano o Gran Hermano: mantita, cervecita y tele son un plan estupendo en invierno. Pero no, soy de natural gilipollas.

Así que desde tiempos inmemoriales me dedico al noble arte del zapeo por los anuncios. Ahora menos, la verdad, desde que disfruto de conexión a Internet (¡¿quién quiere televisión teniendo la Red!?); pero sí recuerdo conversaciones con un par de amigos en los que comentábamos los últimos anuncios, los más espectacular, divertidos... Luego, en la Universidad, hice un trabajo sobre publicidad y me pasé horas viendo anuncios, publireportajes y demás; acabé saturado, pero me lo pasé en grande.

Y fue haciendo aquél trabajo cuando recordé que tengo un trauma infantil. Bueno, tener debo tener como milochocientostreintaiypico pero, en lo que a anuncios se refiere, sólo uno. Creo.

En una de aquéllas larguísimas sesiones de visionado de publicidad vi uno de Marbú Dorada, aquella galleta María con patas negras que decidía terminar con su vida arrojándose al fondo de un vaso de leche. (¡Eso sí es morir con clase!) Resulta que en el anuncio se decía algo así como “¡moja la galleta en leche y seguirá CRUJIENTE!”. Así, dicho con mayúsculas, con énfasis, dejando bien claro que las Marbú doradas hacen crack en cualquier circunstancia...

Pero a ver, ¿quién coño quería que las galletas estuvieran crujientes? Yo veía muy felices a los niños de los anuncios y me autoflagelaba porque me creía diferente, raro (con el tiempo he descubierto que somos mayoría, pero el trauma sigue ahí). Yo pensaba: Si quiero que la galleta esté crujiente, pues no la mojo, ¿no? Entiendo que una galleta que sigue crujiente tras bañarla en leche no ha absorbido nada de líquido... Entonces, ¿cuál es el sentido de mojarla? Lo que uno buscaba al mojar la galleta era que se empapara de leche, que cogiera su sabor y el del Cola Cao (o similar).

No queríamos que se pusieran blanduzcas ni mucho menos que se desmenuzaran dentro de la leche (¡Oh god! ¡Eso sí que era horrible! Podía incluso convertir un soleado día de primavera en horrible desde las 8 de la mañana). Porque en realidad, el moje de galleta en leche es como la cocción de la pasta: tiene un punto exacto en el que está ‘al dente’. Un segundo más estropea la galleta; un segundo menos chafa la diversión. Hay que buscar el equilibrio exacto, ese momento en el que la galleta sigue siendo consistente pero se deshace en la boca. Comerse unas galletas en ese concreto estado de perfección es una de esas cosas que hace que la vida valga la pena.

Por eso había que dedicarle muchas horas de entrenamiento al arte del moje de galleta en leche. Y por eso nos cabreábamos cuando nuestra madre decidía comprar otra marca: cada una era distinta, con un bañado de huevo diferente, una permeabilidad única y una consistencia propia. No era fácil cogerles ese punto exacto, de la misma manera que no es lo mismo cocer pasta al huevo, fresca o coloreada...

Seamos sinceros. Los anuncios de galletas del siglo pasado eran todos completamente erróneos y equivocaban las necesidades del cliente final: el niño. Todos los publicistas coinciden en que las necesidades de los clientes no se crean, sino que existen, y que su labor únicamente es potenciarlas, hacerlas evidentes y atractivas. Cuando un producto fracasa puede ser porque se han detectado mal las necesidades del ‘target’ al que va dirigido o porque la campaña publicitaria no ha incidido en las ideas fuerza del producto: ha equivocado las necesidades.

Paraos un segundo a pensar. ¿Cuántos anuncios de galletas veis en televisión? ¿Uno? ¿Ninguno? La galleta como eje del desayuno y la merienda de varias generaciones de españoles ha desaparecido y ha sido desplazada definitivamente por otros productos. Así, el arte del moje de galleta en leche también se está perdiendo y ya son pocos los que enseñan a sus hijos la depurada técnica que lleva a disfrutar plenamente de tu Marbú Dorada.

¿Mi teoría? El estrepitoso error cometido en los 80 y 90 con las campañas publicitarias de las galletas han hecho que el producto deje de ser atractivo para el cliente.

Por cierto, a mí en realidad las galletas que más me gustaban eran las Campurrianas... ¿Y a vosotros?

15 comentarios:

Carmen dijo...

A mí me gustaban las Marbú doradas, y recuerdo cuando las sacaron de chocolate...estaban buenísimas!!!

Pero nunca me gustó mojarlas. Ni los bizcochos, ni nada de ese estilo. Yo sí que soy rara :P

Kaitor dijo...

Pfffff... no sé qué podía esperarse de ti...

Comer galletas sin mojar es lo peor! Se hace bola, está seca... puaj!!!

Carmen dijo...

Qué sabrás tú...tú sí que estás seco!

Alicia Vernok dijo...

Joder, que blog más movido!!!

:P

Vivan las galletas NO crujientes!!!!

Kaitor dijo...

Hoyga, que el blog no es movido... ¡pero es, que no es poco!

PD: VIVAN!

Carmen dijo...

Puf...vaya gentuza sin gusto

Anónimo dijo...

Milochocientostreintaypico traumas infantiles?? Todavía puedes considerarte afortunado!! :-P

Y tu post me ha recordado un libro que anda por mi estantería que se llama precisamente "Cómo mojar una galleta" (creo que de subtítulo es algo como "La ciencia en la vida cotidiana", o algo así).

(A mí de pequeña me daban paciencias, unas galletas pequeñitas y redonditas que se echaban en el bol de leche y se rescataban con la cuchara... tardaban un montón en volverse blandas!!)

Carmen dijo...

Bueno, si no se volvían blandas, que pase...pero eso de mojar las galletas me sigue pareciendo un crimen. Con lo que mola que esten crujientes!!!

Kaitor dijo...

Huala! Una Bruja en mi blog... y yo con estos pelos, ¡qué nervios!

Se confirma que las féminas que visitan mi blog ni han tenido infancia ni saben disfrutar de esas pequeñas cosas que hacen que la vida valga la pena... snif!

Carmen dijo...

Lo de tener infancia es pa blandos como tú, como las galletas esas que te gustan...agggg

Anónimo dijo...

Yo soy una anónima de pequeña algo lenta, y siempre mojé la galleta, pero torpemente, normalmente se me rompía y tenía que rescatarlas con la cucharilla. Luego, al acabar la leche quedaba en el fondo un pequeño puré muy rico, producto de los destrozos de las galletas. Crujientes se pegan mas a los dientes, blanditas y con sabor a colacao era mejor, donde va a parar.

Nadie ha seguido lo de la campurriana. A mí no me gustaban mucho, la verdad. Una amiga me contó que una compañera de trabajo decidió informar a todos los compañeros de que ya había sido madre y presentar a su bebé mandando un e-mail con fotos donde daba el pecho a su bebé tiernamente. Algunas parece que no conocen a los hombres, que inocencia. Desde entonces la llaman la campurriana. A mí también me mandó las fotos y comprendí por qué. Anécdotas de la vida. Saludos, tu blog es muy divertido.

Kaitor dijo...

Pues gracias, señora anónima...

Lo de las formas y tamaños de los pezones dá para mucho. Ya hace un tiempo di una pequeña lección maestra sobre el tema: pero era en otra dimensión y en otro continuo espacio/tiempo.

Así, tenemos el pezón galleta (asimilable a la campurriana, quizá por eso era/es mi favorita); el pezón tortilla; pezón biberón; etc.

Algún día volveré sobre el tema...

Anónimo dijo...

Pues de nada señor Kaitor. Soy una anónima sin nombre que llegó al blog de puntos de vista y nada mas, de ahí al de Alicia Vernok y del de Alicia (vuestro jipi) al tuyo. En ambos he estado hablando de temas mas serios que sacan mi lado "furibundo". Dice mi santo esposo civil que debo transitar mas blogs como el tuyo, le gusta más que me dedique a hablar de pezones y galletas, me ve mas relajada. Lo de las clasificaciones de pezones a él también le ha divertido mucho, se nota tu experiencia. Hemos comentado tus clasificaciones y él parece entender más que yo, obviamente; yo eso de la tortilla no lo acabo de ver. Seguiré leyendo, es muy entretenido. Saludos.

illa dijo...

Yo primero querría puntualizar que sí sigue habiendo publicidad de galletas (y eso que veo poco la TV). ¿O no veis continuamente esos anuncios de Chiquilín, Tosta Rica,Flora, y etcs? (A lo mejor es que lo dan en franjas en que se dirigen al ama de casa o niños y no coincide con las horas e que ves la TV, podría ser)
Lo que sí es cierto es que ahora (desde hace mucho, de hecho) parecen incentivar más, unas el mensaje lúdico del producto (para niños, galletas guays, divertidas, etc) y otras, para galletas para adultos, el tema saludable y de ingredientes beneficiosos para la salud, o que cuidan la línea, etc.
Esto va tb con las tendencias y valores que se van detectando en la sociedad. Quizá ahora (digo quizá pq habría que hacer análisis de la pecepción del público para el sector galletas, pero se puede intuir) valores antes tradicionales como el placer del sabor, del mojar la galleta, etc, hayan perdido importancia en la toma de decisión de la compra del producto, y se priorizan características como los ingredientes (prebióticos, anticolesterol, etcs) y aportes que contiene.(Por supuesto, los niños u adolescentes siempre suelen responder a necesidades más primarias, por lo que se suele optar por el carácter lúdico, de premio o incluso de identidad con el grupo (Príncipe, que se dirige más a adolescentes) para atraer su atención); y por ese el eje comunicativo gira alrededor de estos valores y deja de lado los tradicionales.

Pero bueno, sea o no, las Campurrianas están buenísimas. Eso sí, no veas lo que engordan:P (jeje)

PD: Jo que parrafón

Carmen dijo...

Pues nada, el jipi me ha mandado una cadena de estas que rulan por los blogs, los tuentis y demás. Así que tengo que :


-Escribir seis cosas sin importancia que nos hagan felices.
-Poner el enlace de la persona que nos ha elegido.
-Poner las reglas en el blog.
-Elegir seis personas para continuar el desafío.
-Avisar a estas personas y dejar un comentario en sus blogs.

Veamos el primer paso:


Encontrar un libro que hace mucho que había perdido
Bañarme en la pisci
Tomarme una milno (Alhambra 1925)
La perspectiva de mi visita a Granada el día 18
Haber estado 4 día seguidos sin estudiar
Que me hayan organizado una fiesta sorpresa de bienvenida.
Bueno, como el malvado jipi (http://aliciavernok.blogspot.com/) ha acaparado a casi todos nuestros conocidos comunes con blog, me ha dejado muy pocas opciones, así que me temo que no encontraré 6 personas a las que cargarle este estupendo muerto. Así que le paso el testigo a:

- kaitor, que si no preveo que nunca actualizará su blog

- Placi, para cuando se conecte vea que me sigo acordando mucho de él.


Y me temo que me quedo sin opciones. Así que lamento mucho no poder completar el desafío.